Atrás dejó las prisas, los tengo qué y el desasosiego de no llegar a todo.
Hay veces que la observo desde mi ventana y la descubro escuchando música relajada, otras escribe para sí misma y en muchas ocasiones la veo removiendo esos guisos que tanto le gustan.
Un día me la topé de casualidad entre su jardín y el mío, me sonrió y me invitó a tomar un café en su casa. Era una casa como cualquier otra, bonita y sin muchos lujos, pero sentí mucha tranquilidad nada más pasar el umbral de su puerta.
Me hizo entrar hasta la cocina, era donde más a gusto se sentía, preparó café y nos sentamos, no sin antes haber puesto música y encendido unas velas aromáticas, eso hizo la cocina más acogedora si cabía y para mí fue un momento mágico, verla tan segura y a la vez tan frágil me hizo sentir mucha ternura.
Charlamos de muchas cosas y durante la conversación, me confesó que tenía muchas ganas de conocerme, me había visto observarla por la ventana, me sonrojé y ella se rio quitándole importancia con un gesto de su mano derecha, así que sin más remedio y mucha vergüenza, le confesé que me llamaba mucho la atención su forma de actuar o hacer. Con una sonrisa en la mirada, me abrió su corazón y me explicó que llegó un día que no tuvo más remedio que parar, ya que su cuerpo paró en seco, se tensó y no obedecía a su cerebro, el cual no dejaba de parlotear todo lo que tenía, debía hacer o lo que se le ocurriera en esos momentos.
Ella descubrió que su cuerpo le estaba diciendo que o paraba o iban a terminar, mal. Me confesó que tuvo mucho miedo y que fue entonces después de unos días horrorosos, cuando se dio cuenta de que debía cambiar algunas actitudes y formas de pensar, nada era urgente y en el caso de que lo fuera, se podía hacer con tranquilidad, no con prisas y nervios.
Me dijo que había vivido mucho, que sus hijos ya eran mayores e independientes y que su reloj ya iba para atrás, cosa que no le preocupaba en absoluto, ella solo quería vivir su vida tal y como la sentía, eso era lo que estaba intentando hacer día a día, aunque me reconoció que no era fácil, pero tampoco imposible, solo deseaba abrazar cada momento, ese que no se repite, ese que por mucho que lo recuerdes e intentes volverlo a sentir, nunca es el mismo, así que cada momento era importante y ella lo vivía con intensidad.
Se nos pasó la mañana en un suspiro, estaba tan a gusto que perdí la noción del tiempo y no me di cuenta de que casi era la hora de comer, intenté despedirme, pero ella me invitó a que me quedara, ya que hoy comía sola y le apetecía que siguiéramos charlando y además se sentía en deuda conmigo por las molestias de mirar por la ventana durante esos meses, risas de nuevo, acompañadas de agradecimiento en la mirada. Preparamos una deliciosa Crema bien caliente, ya que, aunque estábamos en marzo, los días eran desapacibles y fríos. Me propuso una crema de calabacín con manzana que había descubierto ese mismo invierno y que le encantaba, la cual acompañaba con queso de cabra y espolvoreaba con pimentón, me pareció una delicia que no quería dejar de probar, así que, con toda la naturalidad del mundo, lavamos y cortamos los calabacines blancos e hicimos lo propio con la cebolla y las manzanas. Pusimos un puchero al fuego con el caldo de verduras que sacó en un tarro de cristal de la nevera, mientras se cocinaba todo en el puchero, seguimos nuestra conversación y la cocina se llenó de calor, en ese momento, sentí que era parte de ese lugar. Una vez todo cocido, trituré las verduras, no sin antes sacar un poco de caldo, lo cual me aconsejó para poder conseguir el punto deseado de la crema, ya que, si estaba muy espesa, siempre le podíamos añadir un poco de caldo, pero en el caso de salir muy líquida, lo único que se podía hacer era añadir algún espesante y eso, no le gustaba, aunque reconoció que alguna vez lo había hecho.
Preparé la mesa con un bonito mantel, ella sirvió la crema en unos lindos cuencos de cerámica y preparó el queso de cabra y el pimentón por separado. Cuando terminé de aderezar mi plato me encantó el resultado, era bello además de delicioso. Terminamos la comida con una delicada infusión de Rooibos con especias y frutas.
Nos despedimos con un gran abrazo y con la certeza que no tardaríamos en repetir la experiencia, al llegar a casa con esa sensación de paz lo primero que hice fue ponerme cómoda, encender todas las velas que encontraba a mi paso y disfrutar del recuerdo de ese día escuchando mi música favorita.
Nunca olvidaré ese día y aunque hemos vivido muchos más cada uno es irrepetible, así que yo también he decidido aprender a ralentizar mi vida y a disfrutar de una buena crema de calabacín como si fuera la primer y la última vez.
Crema de Calabacín y manzana con Queso de Cabra y pimentón.
Ingredientes:
- 4 calabacines.
- 3 manzanas reineta.
- 2 cebolla.
- 1litro de caldo de verduras casero.
- 100 ml de aceite de oliva virgen extra.
- 1 rulo de queso de cabra.
- Pimentón de la Vera para espolvorear.
- Sal y pimienta al gusto.
Preparación:
- Lava y corta en rodajas el calabacín, pela las manzanas, córtalas y retira el corazón.
- Pela y corta la cebolla y dale una vueltas con el aceite en la cacerola, sin que llegue a dorarse, añade el calabacín, la manzana y el caldo, deja hervir durante unos 15 minutos.
- Retira del fuego y saca un cucharon o dos de caldo.
- Añade 20 gr de queso de cabra, sal y pimienta.
- Tritura hasta que quede una consistencia de crema, en el caso de que quede muy espeso, añade un poco de caldo que has retirado y vuelve a batir.
- La sirves caliente con unos trocitos de queso de cabra y espolvoreas el pimentón a tu gusto.
Observaciones:
- Puedes usar calabacines verdes en vez de blancos, así la crema tendrá un color más vivo y el contraste será más bonito.
- Para esta receta he usado 1 rulo de queso de cabra pequeño, de 100 gr.
- No es una crema espesa, pero si te gusta más, puedes añadir una patata.
¡Muchas gracias por tu visita!
Espero que te haya gustado la receta.
Cuídate mucho y sé feliz.
¡Oh, Merche! Sin palabras me dejas. Todo es tan suave como una caricia, desde el microrelato hasta tu crema, que sé de buena tinta lo riquísima que está puesto que suelo hacerla muchas veces, sin cebolla, con un poquito de puerro, queda mucho más fina y elegante en el sabor, para mi gusto.
ResponderEliminarHaces bien en tomarte la vida con otro "tempo" Espero que lo disfrutes un montón.
Besos
¡Hola Concha! Me alegra que te haya gustado, en lo tocante a la cebolla, también suelo ponerle puerro, pero esta receta era así y me apetecía probarla tal cual, además te diré que para nada sobresale el sabor a cebolla, ya que la manzana lo suaviza y el resultado es delicioso.
EliminarRespecto a la vida, es solo un relato, aunque si te soy sincera, no me importaría ser como la protagonista del relato.
Un besazo.
¡¡Hola Merche!! Pues aquí estoy, tomándome un respiro disfrutando de tu relato, relaja y transportándome a esa cocina, sentada vuestro lado pero en silencio, simplemente contemplando todos los movimientos y saboreando esta crema de calabacín con manzana y queso de cabra. Por cierto, yo también la hago, tampoco le pongo cebolla, como Concha, y le pongo manzana o pera, según tenga en ese momento. Deliciosa. Me alegra verte por aquí de nuevo. Besitos.
ResponderEliminar¡Hola Isa! Como le he dicho a Concha es solo un relato, aunque no e importaría para nada ver la vida así y además disfrutar de tu compañía.
EliminarTambién te respondo como a Concha, yo siempre le he puesto puerro, pero la receta era así y me apetecía probarla tal cual, la manzana suaviza mucho el sabor de la cebolla y de echo la he repetido durante estos días y la he seguido haciendo así, el puerro lo uso cuando le pongo patata.
Muchas gracias y un besazo
Hola Merche,me uno a tu cocina en un rincón sentada tranquila y observándolo todo disfrutando de loe sonidos y olores ....... para luego degustar esta maravillosa crema
ResponderEliminarbesito miles¡¡¡¡
¡Hola Victoria! Ojalá pudiéramos disfrutar así algún día, la pena es que es solo un relato, aunque algo de vivencia, sí hay, pero en fin, nos conformaremos con degustar nuestras recetas con los ojos, que dicen que es por donde primero entra la comida.
EliminarMe alegra mucho verte y de que te haya gustado.
Un besazo gordo.
Hola, nos has preparado una crema que no se olvida fácilmente, con queso, con pimnetón...Colores únicos y sabores deliciosos. Combinado todo forman un plato suculento. MIl besos!!!
ResponderEliminarHola querida Merche, qué ilusión volver a leerte. Ya sabes que has sido una de mis primeras amigas blogueras y eso no se olvida. Has escrito un relato precioso, lleno de calma y calidez. Los has enlazado a la perfección con esta estupenda crema de calabacín y manzana. Todavía siguen apeteciendo estos platos de cuchara , hoy en Barcelona el tiempo invita a tomar una crema caliente como esta y a leer tu dulce relato. Un fuerte abrazo. Cuídate.
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